En los años que hemos compartido con el pueblo wayuu, es común estar charlando mientras las mujeres tejen hamacas o chinchorros. El tejido es una práctica asociada a la sobrevivencia material de este pueblo. Tiene una condición especial y es que plasma las formas de pensar de las mujeres y se convierte en una metáfora para entender lo que ha significado la vida sobre y en medio del carbón de las comunidades indígenas y afroguajiras.
Para ellas, el carbón y el agua forman una urdimbre en la naturaleza. Forman un tejido que está allí en su tierra, que las acompaña. Y en esa urdimbre, han cruzado y entrelazado hilos de resistencia, de dolor, de hambre, pero también, de vida. Sin embargo, saben que otros han hecho otras tramas que han trastornado los paisajes, han introducido formas de uso y significados a los elementos del territorio. Esos otros son las multinacionales mineras y el Estado colombiano.
¿Cuáles son las afectaciones causadas por la explotación de carbón en la Guajira y en conjunto en el país y cómo la ampliación de la frontera extractiva minera amenaza de manera sistemática los sentidos y formas de habitar el territorio? Con esa pregunta como norte, el Centro Nacional Salud, Ambiente y Trabajo (Censat Agua Viva) ha acompañado a las comunidades del sur del departamento de la Guajira y ha promovido con ellas una labor de investigación participativa acerca del menoscabo causado por la minería de carbón a cielo abierto a su cultura, al agua, a las labores agrícolas y a su sociedad.
El propósito más general de este acompañamiento es coadyuvar en el fortalecimiento político-organizativo de comunidades indígenas y afrodescendientes y discutir acerca del agua como principal víctima de la minería de carbón a cielo abierto.
Este escrito resume los principales hallazgos de la investigación y del acompañamiento. A la vez, invita al diálogo alrededor del extractivismo de carbón en La Guajira y, en general, en Colombia, que contiene el horror producido por esa actividad en los espacios de vida, en los territorios y a las comunidades humanas y de otras especies que los habitan.
Agradecemos a Fuerza de Mujeres Wayuu, a la Federación de Comunidades Afectadas y Desplazadas por la Explotación Minera en la Guajira (Fecodemigua), a las comunidades indígenas de La Horqueta, El Rocío, Paradero, Gran Parada, y de Provincial. Ellas, con su voz y su pensamiento, nos han permitido recuperar las tramas de la resistencia frente a la minería de carbón en Colombia.
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